Santo Domingo, RD
Nunca he pretendido que mis escritos sirvan de referencia al gobierno de Luis Abinader para la toma de decisiones porque el prejuicio es el extremo de la ceguera, pero en mi último análisis del pasado 25 de febrero hice un esfuerzo extra por llamar la atención del mandatario sobre la situación de la agropecuaria con la intención de que alguien le dijera que era digno de tomar en cuenta.
Mi trabajo “La inflación ahorca al pueblo mientras engañan a Abinader” no sirvió de nada para el gobierno porque el mismo gobernante pisó el acelerador de la quiebra del aparato agropecuario nacional que yo denuncié como una conspiración a su espalda, disponiendo un respaldo sin precedentes a las importaciones y de golpeo al productor nacional.
En esencia, yo me alarmaba porque el mayor porcentaje de los préstamos del Banco “Agrícola” se destinaban a “comercialización”, que no es otra cosa que la intermediación entre el productor nacional y el consumidor, así como el importador de bienes y materias primas agropecuarias.
Financiar generosamente desde el gobierno (Banco Agrícola) al intermediario que esquilma al productor y hurta el salario del consumidor con precios muy inflados, a la vez que se capitaliza al importador para que traiga productos básicos desde fuera para competir con ventaja con los que se producen en el país, es la estocada mortal al empleo en el campo, a la soberanía alimentaria y a la paz social.
Dejar de financiar al productor para llenar los bolsillos de los intermediarios y los importadores con dinero de los contribuyentes es una decisión que no tarde cobrará con creces un alto costo político al gobierno de Abinader.
Puse el ejemplo del tabaco, del que tanto se enorgullecen los funcionarios al hablar de su pujanza en las exportaciones de puros. El Banco Agrícola prestó 1,000 millones de pesos para comercialización y tan solo 99 millones para producción.
Si el grueso del dinero que presta el gobierno es para importar tabaco y solo una ínfima parte es para producirlo, ¿de qué tabaco dominicano estamos hablando cuando se exaltan las exportaciones?
Abinader en el Congreso
En su discurso ante la reunión conjunta del Congreso Nacional el pasado 27 de febrero, el presidente Abinader presentó como un logro que el Banco Agrícola habría prestado más de 30,000 millones de pesos durante el año 2021.
La gran pregunta es ¿de qué sirve que preste 100,000 millones a intermediarios e importadores si quienes tienen cultivo de arroz, habichuela, café, cacao, tomate, plátano, maíz, sorgo, aguacate, piña, mango, limón, lechosa y hortalizas tienen el grito al cielo porque no consiguen financiamiento, ni apoyo del Ministerio de Agricultura ni optimización del riego ni control de plagas?
Golpe brutal al campo
Ocho días después de su larga charla en el Congreso Nacional, Abinader tuvo la gran oportunidad de su vida de provocar un cambio en su errática política agropecuaria que tendrá como resultado la quiebra de la producción nacional, pero no solo la despreció, si no que la aprovechó para asestarle un golpe brutal al productor nacional que marcará su relación política con el campo.
En su última “alocución al país”, Abinader enumeró los riesgos inflacionarios que a los provocados por la pandemia del Covid, ahora añadía la operación militar rusa para limpiar a Ucrania de fuerzas fascistas y laboratorios estadounidenses de armas biológicas de exterminio.
Pero para enfrentar esos riesgos, que ya no son riesgos sino realidades de carestía difíciles de soportar para millones de dominicanos, su decisión no fue reforzar la producción nacional y estimular el empleo rural, si no dar más riendas sueltas a las importaciones de alimentos eliminando el arancel y disponiendo una mora en la amortización de préstamos al Banco Agrícola.
Otros tiempos
Quienes vivimos los años gloriosos de la agropecuaria nacional en los que el 65% de la población dominicana estaba en el campo y el azúcar, el café, el tabaco y el cacao eran las grandes plantaciones que generaban los mayores volúmenes de empleos y divisas al país, podemos despedirnos con nostalgia porque el pragmatismo político solo necesita a los campesinos para que voten cada cuatro años, no para trabajar juntos y hacer una vida digna para todos.
Hay que ser muy duro de corazón para ver cómo un propietario de invernadero que produce vegetales para los hoteles turísticos y la exportación (divisas por todos lados) tiene que hipotecar su casa o su finca para obtener un préstamo en un banco comercial para no detener su producción porque el dinero del Banco Agrícola es para los intermediarios y los importadores (los parásitos).
Cualquier vecino puede preguntar ¿por qué se exponen los dueños de invernaderos a tanto riesgo si no son padres de la patria?
Sencillamente porque esos productores les deben a los bancos y mientras los intereses crecen, no se pueden dar el lujo de paralizar la producción porque al final perderían su esfuerzo de años y sus propiedades hipotecadas.
El costo político será alto
En momentos en que un país con tanto potencial para la producción agropecuaria como República Dominicana puede remontar vuelo, lo aconsejable sería que el gobierno dedique cuantos recursos sean necesarios para producir aquí, abastecer los mercados, sustentar al productor, exportar y mejorar la calidad de vida en la ciudad y el campo.
Pero eso solo se puede hacer si el gobierno vuelca grandes cantidades de recursos a la agropecuaria en forma de financiamiento para la producción –no para la intermediación o la importación-, apoyo técnico para mejorar la productividad, proporcionar semillas, arado de terreno, optimización del riego, acondicionamiento de caminos y carreteras para facilitar el movimiento de insumos y productos.
Un gobierno comprometido con la agropecuaria solo apoyaría la importación de semillas con garantía de calidad, fertilizantes, equipos y tecnologías innovadoras, expertos en manejo sostenible de bosques, cuencas y fincas, pero jamás importaciones que muy bien pueden ir a la banca privada como van los importadores de autos, joyas, pieles y electrodomésticos.
Yo, que por tantos años trabajé con organizaciones populares campesinas y alguna experiencia y conocimiento debo tener del sector, estoy en condiciones de decirles a quienes quieran oír que el gobierno de Luis Abinader y el Partido Revolucionario Moderno (PRM) pagará un alto costo político por abandonar y destruir la agropecuaria nacional.
Esa gente del campo sabe muy bien cuando se le golpea indolentemente y rara vez perdona. Se orienta más con las fases lunares que con los memes y el Photoshop que tanto usan ahora los políticos en campaña para entusiasmar a los embelesados.
Entonces, se recordarán de que “cuando pase la tempestad, contaremos las estrellas”, pero les aseguro que será tarde, muy tarde, demasiado tarde.
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