En Santo Domingo Oeste hay una cárcel en un sótano


Santiago, RD

 La fachada luce como cualquier cuartel de po­licía, con sus colores dis­tintivos azul y gris, y ban­deras dominicanas y de la Policía Nacional ondeando por todo lo alto.


Sin embargo, bajo el suelo que se pisa a la lle­gada al destacamento de Bella Colina, en el sector homónimo, se oculta la desesperación de decenas de privados de libertad, donde algunos han pasa­do meses sin ver un deste­llo de luz solar.


“El que está ahí no pue­de ver na’, no puede ver el cielo; a usted no le va a dar aire, usted no va a ver sol, cuando usted esté trancao’ ahí va a estar uno arriba del otro”, contó indignado Samuel, un residente que le tocó vivir la angustia de tener un familiar recluido en el sótano de este cen­tro, lugar donde funciona la cárcel.


Para el trabajador infor­mal, que afirmó prefería que su pariente fuera lle­vado a la penitenciaria de La Victoria porque allí “por lo menos a la gente el sol le da...”, las autoridades a cargo del destacamento utilizan la prisión para ge­nerar dinero.


“La bú’queda”

“Para tú ver un preso tie­nes que pagar”, manifestó Samuel, al tiempo de pre­cisar a todo el que llega de­tenido allí “los dejan ahí pa­ra buscarse dinero” con los familiares. “Eso es un nego­cio por to’ lo lao’”, destacó.


Así, como Samuel, otros comunitarios respaldaron la existencia de la presunta “bú’queda”, uno de ellos fue José Luis, quien se encon­traba en un comercio próxi­mo al destacamento.


El joven argumentó que “hay que quitar eso de ahí”, a lo que los presentes inte­rrumpieron con dudas, di­ciendo, “y lo van a quitar”, si “con eso es que ellos se la bú’can”.


“Ellos no son perros, pa­ra que estén así”, dijo José Luis. Por otro lado, duran­te la mañana de este jueves, se pudo observar como va­rias personas se aproxima­ban a una puerta de metal, en uno de los extremos del cuartel, para proporcionar ropa, comida y artículos de higiene personal a los re­cluidos.


Este, según contaron los entrevistados, es un pano­rama permanente ya que los parientes acuden diaria­mente a llevar los alimentos y de no hacerlo los privados de libertad se quedarían sin comer.


Entre agua y materia fecal

Un equipo de Listín Diario intentó comunicarse con el encargado de esta instala­ción policial, para obtener su versión de las denuncias y corroborar si, efectiva­mente, las declaraciones de los civiles coincidían con la realidad del recinto, pero esto no fue posible.


No obstante, no fue ne­cesario adentrarse a la cár­cel para validar algunos de los señalamientos sobre las condiciones infrahumanas que imperan allí.


Desde el exterior son vi­sible las heces fecales que brotan de las tuberías rotas que se mezclan con los po­zos de agua en los alrededo­res de donde están encerra­dos.


Uno de los consultados testificó que los remanentes de agua son el resultado de las lluvias de hace varias se­manas y que el líquido “no tiene por donde correr”.


“Eso viene siendo una isla, porque cuando llue­ve no hay desagüe, el agua no tiene por donde irse”, añadió.


El ciudadano, que pidió omitir su nombre, narró que su esposa fue detenida y durante la más de una se­mana en prisión, él se para­ba por las mallas ciclónicas para tratar de descifrar don­de la tenían.


Ciudadanos piden cierre

“Eso no es cárcel”

El ciudadano que solici­tó no revelar su nombre, narró que su esposa fue detenida y duró más de una semana en prisión. Durante ese tiempo ob­servaba por entre las mallas ciclónicas, tratan­do de descifrar donde la tenían.


“Y yo miraba, y yo llora­ba, yo lloraba, yo gritaba por el mal olor que salía de ahí abajo y miraba el agua que había por el al­rededor de la cárcel”, di­jo, mientras pedía que cerraran “eso”.



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