Prensa Asociada
Washington, Estados Unidos
Se preveía que el 2021 fuera un año atareado en la frontera de Estados Unidos con México. El presidente estadounidense Joe Biden, que asumió el cargo en enero, había dicho que iba ser un presidente más favorable a los inmigrantes que su predecesor Donald Trump, y eso por sí solo fue suficiente para alentar a los migrantes a intentar ingresar al país.
Pero el arribo de personas excedió las expectativas poco después de la llegada del mandatario a la Casa Blanca. La cifra de niños que viajaban sin adultos rompió récords en marzo. La Patrulla Fronteriza encontró migrantes en el sur de Texas más a menudo que nunca en junio y julio. Y unos 15,000 migrantes, en su mayoría haitianos, acamparon bajo un puente en un pueblo fronterizo de ese estado en septiembre.
El gobierno inició una expulsión masiva de haitianos, al tiempo que les permitió a miles seguir en el país. Su desigual respuesta luego de meses de crecientes llegadas desató fuertes críticas tanto de la izquierda como de la derecha, dejando ver las consecuencias de eliminar las políticas de Trump sin tener un nuevo sistema de asilo en vigor.
A continuación, los periodistas de The Associated Press que participan en la cobertura reflexionan sobre las historias y sus propias experiencias.
ELLIOT SPAGAT: Corresponsal, San Diego.
Cuando estuve en el Rio Grande Valley en marzo, éramos unos de los pocos periodistas que ingresamos a un centro de detención donde había casi 4.000 niños migrantes que viajaban sin adultos. Había 500 o 600 niños en algunos de esos recintos que fueron diseñados para 25 y con base en las directrices por la pandemia de COVID-19. Estaban apiñados allí como sardinas. Era impresionante. Una joven de 17 años que acababa de dar a luz fue autorizada a estar en un área separada, pero las condiciones eran aún peores que lo que vi durante el gobierno de Trump. Las cercas de alambre de gobiernos previos, a veces llamadas “jaulas”, fueron remplazadas con plástico, hojas gruesas de plástico. Básicamente era la misma cosa.
Esta fue la tercera ocasión desde 2014 que estaban llegando migrantes en grandes números, muchos de ellos familias y niños provenientes de América Central, pero también cada vez más de América del Sur y África. Muchos de ellos son puestos en libertad, lo que alienta a más a venir. Pero luego los que tal vez tienen más necesidad no pueden cruzar, por diversas razones. Me preocupó mucho el siguiente caso: Una mujer de El Salvador que tuvo que huir de su casa en medio de la noche debido a que un policía la estaba persiguiendo, quería secuestrarla y llevársela, y ella no quería que él supiera dónde estaban sus hijos. Así que ni siquiera se despidió de ellos y huyó. Sin embargo, fue secuestrada, violada y obligada a prostituirse en México. Fue agredida en Tijuana y no pudo cruzar a Estados Unidos para solicitar asilo. Hay personas como ella, y es triste que no puedan ingresar. Luego, otras personas que posiblemente tengan menos méritos —en el sentido de que sólo vienen a trabajar— logran pasar.
GREG BULL, fotógrafo en San Diego:
En mayo, durante una semana más o menos, habíamos seguido cubriendo la llegada multitudinaria de personas. Estaban cruzando la frontera y pidiendo asilo… La inmensa mayoría eran familias que llegaban, así que podían caminar tranquilamente hasta el agente (fronterizo) más cercano para entregarse. Pero lo que estamos viendo más y más, y estoy seguro que ustedes lo han escuchado de otros, fue la llegada de numerosos niños. Y ver esto fue por mucho lo que más me conmovió e impactó: chicos de 12 años que caminaban por el barro en medio de la noche, bajo la lluvia, solos.
Conocimos a esta niña Emely, de 8 años, procedente de Honduras. Y ella está llorando. Perdió un zapato en el lodo. Está con este grupo, pero aparentemente había sido añadida a él. Y hay algunas madres jóvenes que no eran amables con ella, como que discutían con ella. Algo así como: “Ándale, síguele. ¿Dónde está tu zapato? ¿Cómo perdiste tu zapato?” No son nada comprensivas y ella simplemente llora. La niña se encuentra con el agente y es la mitad de la noche… No tiene documentos, ninguna información, no sabe dónde estaban viviendo su madre, o sus padres en Estados Unidos. Ni siquiera estaba segura de dónde venía en el último punto en México, pero es de Honduras. Y (los agentes fronterizos) no tenían manera de hacer que esta niña se encontrara con alguien en Estados Unidos o en otra parte.
Así que básicamente sería puesta en el sistema, y después se tendría que intentar y dilucidar alguna manera de vincularla con alguien. Obtuvimos información sobre ella y envié la foto en medio de la noche y terminó siendo difundida por todo el país en los canales noticiosos en español. Su madre se encontraba en Austin, Texas, vio la fotografía y dijo: “Esa es mi hija”. …Y, para abreviar, se logró reunir a Emely con su madre mediante esta foto y también mediante Adriana Gómez y el video de Eugene García (ambos periodistas de la AP). Así que nosotros tres logramos reunir a esta familia. Es lo más agradable que me ha ocurrido en años. Estaba muy emocionado.
JULIO CORTEZ, fotógrafo de la AP en Baltimore:
He aquí un poco de mi historia: Llegue a Estados Unidos cuando tenía 10 años, y estuvimos en un centro de detención aproximadamente una semana. Así que siento que entiendo bastante bien lo que la gente está pasando… De hecho, mis antecedentes me abrieron una gran oportunidad.
Una de las historias que más me enorgullecen es la de Yancarlos, un niño de 5 años de Honduras. Voy camino de regreso (a Baltimore) desde la frontera… y me encuentro en el aeropuerto, ocupándome de mis asuntos comiendo un emparedado, esperando mi avión, y alcanzo a escuchar una conversación a mis espaldas. Un hombre le pregunta a un chico en español: “¿Estás emocionado de aprender inglés? ¿Estás emocionado de ir a la escuela en Estados Unidos?” Y eso me generó una idea, así que dejé todo, me dirigí hacia donde estaba la mamá del niño y pregunté: “¿De dónde vienen? ¿Estuvieron en uno de esos centros de detención?” La mamá dijo que sí. “¿Les concedieron el asilo?” Sí. Así que todas las cosas comenzaron a alinearse. Por supuesto, ahora es mi turno de decir: “Bueno, me gustaría tomarles una foto”. Pensaba en un retrato rápido o algo así. Y después pregunté: “¿Y, por cierto, a dónde van?” Ella dijo: “Oh, mi hermano nos está esperando en Baltimore”. Yo dije: “Un momento. ¿Están en este próximo vuelo a Houston, y después de Houston a Baltimore?” Ella responde: “Sí”. Dije: “Oh, por favor déjenme fotografiarlos durante la travesía. Permítanme contar sus historias”.
En un principio la madre dijo: “No, no me gustan las cámaras, no sé quién es usted”. Así que le di mi tarjeta y le dije: “Mire, esta es una compañía real. Ese es mi nombre”. Aún así no quería. Y le señalé: “La razón por la que quiero contar su historia es que nunca escuchamos qué sucedió después. Yo puedo entenderlos porque...”, y les conté cómo fue para nosotros, cómo estuvimos en un centro de detención, en una habitación sólo con un colchón sin ropa de cama, ni almohadas, nada. Estuvimos ahí durante una semana y dije: “Lo que su hijo ha pasado los últimos días, también lo viví yo de niño. Y, ¿sabe? Nadie jamás contó mi historia, lo cual está bien, pero yo quiero contar la de él”. Y ella dijo: “Esta bien, puede fotografiarnos”.
Fue una historia muy bonita. El chico tiene 5 años y llevaba un pequeño atuendo de Superman con una pequeña capucha, y se asomaba por la ventana y veía el primer avión al que se va a subir, y él y su mamá nunca han volado... La madre está aterrorizada, pero el niño, una vez que están en el aire, él toca todos los botones, y ella le dice “No, no”. Y yo estoy como que: “Ya lo entiendo. Recuerdo mi primer vuelo”. Así que esa fue una historia realmente bonita porque estuve con ellos todo el camino e hice un relato muy agradable sobre Yancarlos, quien no fue deportado a Honduras, donde las cosas están realmente de miedo para él.
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