La gente retoma sus actividades pese a declaratoria de emergencia

La gente retoma sus actividades pese a declaratoria de emergencia

Paul Mathiasen
Santo Domingo, RD
Poco tiempo durĂ³ el silencio en las calles del Gran Santo Domingo. Aunque nunca se detuvo como tal, tras pasar al­gunos dĂ­as donde la tranquili­dad y la ausencia de ruido pre­dominaban en sus calles sin importar el horario, las perso­nas han retomado sus activi­dades y esto se observa en el trĂ¡nsito, los comercios e inclu­so en los espacios pĂºblicos de recreaciĂ³n.

 A cinco dĂ­as de cumplirse el mes de que el presidente Da­nilo Medina declarĂ³ el estado de emergencia y con este las medidas que mantienen li­mitado la libre circulaciĂ³n, las personas continĂºan despla­zĂ¡ndose por la ciudad, algu­nos por necesidad, otros por recreaciĂ³n.

El dĂ­a para todos, apegĂ¡n­dose al toque de queda, inicia a las 6:00 de la mañana, para esa hora ya decenas personas hacen filas en las principales paradas de transporte pĂºblico (carritos, guaguas, motores), siendo este el Ăºnico medio pa­ra moverse en caso de no te­ner vehĂ­culo propio.

Pasada una hora, se obser­va como en los alrededores de las sucursales de bancos (aun cerradas) comienzan a for­marse filas de personas, que entre guantes, mascarillas y menos de un metro de distan­cia, se protegen a la espera de que abran.

Caso similar, pero sin la or­ganizaciĂ³n de los bancos, ocu­rre de los mercados ubicados  en distintos puntos del Gran Santo Domingo, que desde esa hora las personas dicen presente para comprar y ven­der toda clase de productos, pero no siempre con las medi­das de seguridad sanitaria re­comendadas.

Un recorrido realizado por un equipo de este me­dio, permitiĂ³ constatar que en los mercados las medi­das sanitarias y de distancia­miento social son precarias, tomando como ejemplo que algunos consumidores no toman las precauciones pa­ra protegerse, mientras que los vendedores colocan sus productos en lugares de du­dable higiene.

Al cuestionar a algunas personas que se encontraban allĂ­ sobre si estaban tomando las precauciones para cuidarse, estos le restaron importancia y prefirieron comentar el cambio precios de algunos productos.

Natasha GonzĂ¡lez, una persona que se encontraba comprando comento que le sorprendiĂ³ la bajada de precio de los plĂ¡tanos.

“Antes un se encontraba que los plĂ¡tanos los vendĂ­as aquĂ­ dentro a 20 y 21 pesos y ahora uno los consigue en 10 y 12, dependiendo la calidad. Pero hay cosas que le han aumentado el precio, como los guantes y mascarillas”, comentĂ³.

Mientras el comercio funcionaba como viento en popa, las calles aledañas reflejaban lo mismo con el trĂ¡nsito, tanto de personas como vehĂ­culos. Y es que la cantidad movimiento de estos se mantuvo en un ritmo constante y elevado, llegando inclusive a generar algunos entaponamientos, al menos hasta el mediodĂ­a, cuando los mercados cerraron.

A pesar de que la circulaciĂ³n de vehĂ­culos por esas zonas y por resto de la ciudad es inferior, comparativamente con un dĂ­a regular sin las medidas de emergencia por el COVID-19, la cantidad de personas desplazĂ¡ndose va en contra de todos los protocolos dictados desde el Ministerio de Salud PĂºblica.

Transporte pĂºblico

De igual manera se iban llenos los vehĂ­culos de transporte pĂºblico, en varias de sus paradas, donde se observĂ³ como las personas subĂ­an a estos de forma desesperada y amontonĂ¡ndose, al ser la Ăºnica alternativa.

“Con el metro y el telefĂ©rico yo gastaba solo 20 pesos, ahora gastĂ³ cerca de 100 luego de que el Gobierno los cerrĂ³”, se quejaba Luisa Abreu, cajera de un supermercado mientras conversaba en un carro pĂºblico con un reporte de ListĂ­n Diario.

Caso contrario era la de otra pasajera, que prefiriĂ³ no decir su nombre, que junto con su hijo y una pelota dijo que iban a un parque “a jugar”.

AsĂ­ como esta mujer, decenas de personas han optado ignoras las recomendaciones de las autoridades e instalarse en parques y lugares de esparcimiento pĂºblico, para sentarse, tomar un trago o interactuar con conocidos.

Independientemente de las restricciones o limitaciones, la ciudad y sus habitantes se siguen moviendo y asĂ­ se mantendrĂ¡.

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